Usar filtro UV o no… Esa es la cuestión.

Hoy trataremos un tema que levanta ampollas entre la comunidad fotográfica, con sus legiones de defensores y detractores, sobre la conveniencia del uso de los <<Filtros UV>> vulgarmente conocidos como <<filtros protectores para objetivos>>. Para aquellos que desconozcan de su existencia o los que alguna vez los han oido nombrar pero no tienen muy clara su utilidad, explicaré en que consisten y mi humilde opinión al respecto.

¿Qué son los filtros y qué utilidad tiene el UV?

Un filtro es una superficie de cristal normalmente sujeta a un anillo metálico roscado o con otro sistema que hace posible su fijación en la parte frontal de nuestro objetivo. Según su tipo ofrecen diversas utilidades, como la de evitar reflejos indeseados en el caso de los <<Polarizadores>> o disminuir pasos en la exposición mediante el uso de filtros de <<Densidad Neutra o NDs>>.

Bien, ¿y qué hace un filtro UV? La respuesta es nada, bueno, o es lo que debería hacer salvo proteger nuestra lente que es a día de hoy su uso fundamental a menos que aún dispares con ciertas películas fotográficas.

Como su propio nombre indica los filtro UV proporcionan protección contra los rayos ultravioletas, algo que en días muy soleados y en determinadas circunstancias al usar las antiguas películas provocaba que una neblina azul cubriera nuestra fotografía. Considerado un fallo garrafal y un fastidio en su momento, curiosamente a día de hoy está bastante en boga como «efecto vintage» siendo muchas las personas y aplicaciones que buscan imitarlo, ¿qué cosas eh?

Debido a la prácticamente nula afectación a estos rayos que actualmente tienen las nuevas películas y cámara digitales, su función y uso más extendido no es otro que la de proteger la lente y parte externa del objetivo de pequeños golpes, abrasiones y agentes climáticos.

Y aquí comienza la guerra.

Resumiendo, por un lado tenemos a quienes consideran una aberración colocar un cristal delante de una lente con su tecnología, tratamientos y protecciones por las que hemos desembolsado un dineral, aludiendo a que mermaremos estas en aspectos relacionados con la nitidez, viñeteo, subexposición, contraste, reflejos y flares entre otras.

Por otro están los que consideran que precisamente por esa cuestión del desembolso económico que supone un objetivo de cierta calidad, cualquier protección adicional que nos evite inconvenientes futuros y costosos en contraposición a la sustitución de un filtro de este tipo, merece la pena a cambio de sacrificar ciertos aspectos de la imagen que a menudo y en el caso de existir, resultan prácticamente insignificantes y muy difíciles de distinguir.

Mi opinión al respecto.

Si te mueves en entornos controlados como un estudio donde tu material se encuentra a salvo de agentes adversos, eres cuidadoso con los golpes y la limpieza, te inquieta sobremanera que aspectos de tus fotografías como la nitidez hagan sangrar los ojos o no tienes inconveniencia económica a la hora de reparar o adquirir cualquier material por causa de deterioro, puedes prescindir de usar filtros UV.

Si por el contrario fotografías en entornos bulliciosos, densos o escarpados propensos a golpes y roces, en condiciones donde polvo, arena, humedad o salitre te acompañan, te ves obligado a limpiar con asiduidad la lente a veces con premura y no siempre de la forma más adecuada, y en caso ocasional de percibir algún tipo de perdida en tus imágenes puedes vivir con ello, te recomiendo encarecidamente el uso de este tipo de filtros en tus lentes. Máxime si estas han supuesto una inversión importante de la que depende tu trabajo, discusiones con tu pareja por tener una afición tan cara o mucho tiempo de ahorros y sacrificios.

¿Acaso te sentirías tranquilo quitando condensación y salpicaduras en un rally de montaña o en la playa sacudiendo y restregando con tu camiseta la lente de tu carísimo objetivo? ¿O prefieres las barras libres de ciertas bodas?

En mi caso particular prácticamente todos los objetivos que he tenido en mis cámaras a lo largo de los años han portado de normal un filtro UV, y hasta mi querida compacta G5X por cuestiones de succión de polvo al recoger el objetivo y las frágiles laminillas metálicas que lo cubren lleva uno. Nunca he notado observando comparaciones <<con y sin>> de terceros, y por la parte que más me importa las mías propias, ningún detalle que pudiera afectar a las imágenes más allá de algún débil reflejo o flare en ocasiones. Y sí, a pesar de lo cuidadoso que soy dentro de lo que cada circunstancia me permite me han salvado de algún toquecito que hubiera ido directamente a la lente de no haber tenido filtro de por medio.

Conclusiones.

Si bien el cuidado empieza por uno mismo, desde saber moverte a usar accesorios adecuados como la correa, el parasol cuya función no es solo proteger de los reflejos, e incluso las bolsas de transporte (alguna vez he leído que tras caerse una cámara en su funda, el filtro se hizo añicos y los cristalitos del mismo al rozar la lente y meterse en los mecanismos del objetivo fueron más problema que si no lo hubiera tenido puesto, situación que no pongo en dudad pero me genera muchas preguntas), cualquier precaución es poca.

Mi consejo es que merece la pena invertir en un buen filtro UV, a ser posible con tratamientos antirreflejos, problema más común de estos, sobre todo a la hora de asegurar la menor perdida de calidad de imagen y proteger objetivos con altas prestaciones y coste elevado, así como preguntarse si merece la pena adquirir alguno más económico para usar con según que objetivos.

Por último, hay que tener en cuenta que si bien en mi caso es un elemento que va prácticamente pegado a cada una de mis lentes como ya os he recomendado que hagáis si lo consideráis oportuno en base a lo descrito arriba, cuando no existe ningún riesgo para la integridad del material, como en una sesión de estudio donde puedo dar prioridad a evitar cualquier perdida de calidad en la imagen o si en algún momento me causara algún inconveniente en este sentido y creo que puedo prescindir de él para solucionarlo, me resulta tan sencillo como desenroscarlo, fotografiar y volverlo a poner.

Por esa razón no comparto tanto drama al respecto y vaya mi voto a favor de este pequeño artilugio que, para mi gusto, aporta mucho más que quita.